Simplemente Sexo

(Advertencia: Sólo para adultos con criterio deformado o simplemente sin criterio)

Simplemente Sexo

“Nunca he permitido que una mujer quede insatisfecha, es un asunto de ética y estética.”
(Tomás “Semental” Castillo)


Tomás “Semental“ Castillo caminaba de prisa hacia su trabajo para lograr cumplir con su horario de entrada por la mañana. Venía de una performance pactada con anterioridad con una compañera de trabajo, la cual -como es costumbre en las féminas después de un encuentro con él- quedó tan exhausta que debió idear una excusa para no ir a trabajar y avisó a su patrona que se había quedado en casa por “una súbita enfermedad –al parecer un virus- que atacó a su hijito de cinco años y a su esposo”.

.......

-¡Tomás, hola qué sorpresa!

-¡Oh, el destino nos quiere juntar, Sonia!, dejemos nuestros remilgos de lado y hoy demos libre curso a nuestros salvajes instintos naturales. Te prometo hacer de ésta una noche de epifanía para ti, imborrable en tu memoria por el resto de tu vida.

-¡Pero, es que yo!, ¿cómo se te ocurre, atrevido?

-Tú lo has visto en mis ojos y yo en los tuyos, los dos nos hemos estado deseando desde que nos conocimos hará ya un mes atrás, para qué lo niegas, hace dos días en ese ascensor nos apretamos tanto que estuviste a punto de ceder, ¡ahí mismo!.

-Eso sucedió porque el elevador iba atestado de gente, replicó ella.

-¿Tres personas?

-Pero es que…

-¡Ven!, la atrajo firmemente hacia así y la besó en la boca por un largo rato y Sonia no pudo aguantarse más y se dejó llevar -sintiendo entre sus piernas- cómo se humedecían y se inflamaban sus labios mayores al igual que una gata en celo.

-Juntémonos a la salida de tu trabajo entonces, propuso Tomás.

-¡No, bueno, ya!, y ahora fue ella quien buscó los labios de él, con desesperación, con ansias, deseando estar en ese momento en un lugar más propicio para dar rienda suelta a la pasión desatada por su condición de mujer hambrienta de sexo.


Pero si Tomás lo hubiese sugerido, se habría entregado allí mismo, impúdica y salvajemente, a la vista de quien mirase, fantasía que aumentaba aún más su fiebre, a tal punto que su líquido lubricante escurría entre sus blancos muslos.

Tomás, previamente, había acordado un encuentro con Magdalena –la come hombres- a esa misma hora en el Hotel ( espacio disponible para publicidad ), cercano. Así, una vez sentado en su escritorio llamó a Sonia inmediatamente.


-Sonia, hola, ha surgido un problema, mi Jefe programó una reunión a la hora de salida y son largas…, tendremos que hacerlo aprovechando la hora de almuerzo en un hotel que conozco, por aquí cerca.

......

-Espérame acá mientras voy a hablar con el conserje…

-¡Buenas tardes señor!, ¿en qué le puedo servir?, dijo el recepcionista del hotel con fingido respeto.

-¡Oye Julio!, dame la misma pieza de siempre, dijo en voz baja para que no escuchara Sonia.

-Como usted diga señor.

-Acuérdate de tenerme esta misma habitación lista para la tarde, que tengo otra cita.

-No se preocupe don Tomás. El conserje, de reojo, con la mirada se comía hasta el último pedacito de Sonia, sobre todo ese último pedacito, al que se imaginaba empapando -con su saliva- directamente con su lengua.


-¿Te bastará con tres?, con gran sutileza preguntó a Sonia, quien ya estaba desnuda sobre la cama, sin disimular su abultado, abierto, jugoso, coloreado y palpitante sexo.

-Te lo pregunto porque tendremos que volver rápidamente a nuestros trabajos, pero si te apetece más…

-¡Mfff!, Sonia se relamió los labios por toda respuesta.

-¡Aquí vooooyyyy!

-Espera…, por poco tiempo que tengamos no me podrás negar el placer de lamer ese inhiesto cíclope y después introducirlo en mi boquita hasta la garganta, aunque sea por unos pocos minutos, suplicó –anhelante- Sonia.


Terminada la felación, Tomás retribuyó con un épico cunnilingus que logró que los gemidos de placer de la lujuriosa mujer reverberaran en las paredes del cuarto haciendo tintinear las lágrimas de la aparatosa lámpara que colgaba del techo.

A continuación, de acuerdo a su modus operandi, Tomás cerró sus ojos y comenzó con una suave introducción en esa calurosa y húmeda caverna que apretaba su miembro como un aparato tomador de presión arterial. Después, una serie de diez lentos y suaves movimientos de avance y retroceso. Luego, cuatro lentas pero profundas incursiones buscando el espacio limítrofe de Sonia, recomenzando el periplo una y otra vez. Bajo ese largo y grueso arco, aquel violín emitía virtuosos gemidos, arqueando su cuerpo en búsqueda del paroxismo del placer.

Todo un experto en sexo tántrico -para lograr multiplicidad de orgasmos- Tomás apretaba sus músculos pubocoxígeos y aplicaba su técnica de relajación basada en respiración lenta y profunda, para retardar al máximo el desborde del torrente líquido, blanco, ardiente y viscoso que inundaría las entrañas de Sonia provocándole el último estrepitoso y culminante orgasmo, junto con su eyaculación.*


-¡Coff, coff!, la tos hizo que abriera sus ojos, vio a Sonia -con evidente hastío- fumando un cigarrillo y exclamando, cada vez que expulsaba el humo, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ahhhhhhh!


Tomás quedó atónito y perdió su erección inmediatamente.


.........


-¡Hola!, ha tiempo que te veo por aquí, ¿trabajas cerca?, preguntó Tomás.

-Sí, a media cuadra, ¿por qué?, Isabel preguntó con malicia en sus ojos.

-¿Te puedo preguntar algo un tanto personal?, inquirió Tomás.

-Sí, dime no más.

-¿Tú fumas?


Fin

* A aquellos desafortunados seres humanos -que ignoren acerca del tema de este inspirado párrafo- les recomiendo la página web de la bella y prestigiada Sexóloga, señora Alessandra Rampolla:
http://www.universoalessandra.com

... y entonces se percatarán que yo no escribo pornografía.

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